Es una versión sencilla, pero es mi favorita. Sin yema de huevo pero igual de sabrosa, y muy fácil de hacer. El postre italiano más popular no falla nunca, es rápido de hacer y además no necesita horno (condición indispensable en muchos lugares, que no aquí, a estas alturas del verano).
Mi madrina suele hacerlo a menudo y ésta es la elaboración que ella utiliza. Hay multitud de recetas de Tiramisú con ligeras variaciones, pero ésta en particular me encanta.
Ingredientes: dos paquetes de bizcochos de soletilla, 500 grs. de queso Mascarpone, medio litro de nata, 10 tazas de café, caco soluble, azúcar y licor (brandy, amaretto…).
En primer lugar montamos la nata. Tened en cuenta que para que la nata monte sin dificultad debe estar bien fría. Es importante también que esté frío el recipiente en el que vayamos a batirla (podéis introducirlo en la nevera un rato antes.
Una vez montada la nata, agregamos el queso mascarpone y 5 o 6 cucharadas de azúcar. Mezclamos con cuidado con ayuda de dos tenedores, con movimientos envolventes de abajo hacia arriba.
Por otro lado, mezclamos en un bol las 10 tazas de café, 3 cucharadas de cacao soluble, una cucharada de licor y 4 o 5 cucharadas de azúcar. Con ayuda de una espumadera vamos remojando los bizcochos dobles (tal y como vienen en el paquete) en la mezcla anterior y formando una capa base.
Aplastamos un poco para que no abulte demasiado y cubrimos con una capa de la mezcla de nata y queso.
Repetimos con otra capa de bizcochos remojados, que aplastaremos ligeramente de nuevo para intentar alisar la superficie del Tiramisú.
Y terminaremos con otra capa de nata y queso, esta vez más gruesa (usando toda la mezcla que nos haya sobrado de la capa anterior hasta terminarla). Para finalizar y decorar el Tiramisú, espolvoreamos cacao por toda la superficie con ayuda de un colador pequeño y una cuchara.
Conviene que repose en el frigorífico unas horas, y si podéis prepararlo el día anterior mucho mejor. Estará más integrado, tendrá más consistencia y en mi opinión, cuánto más frío más rico (sobre todo en verano, es muy refrescante).
Como en todas las recetas, lo mejor es probar a hacerlo y rectificar cantidades e ingrediente según los gustos. En este caso os diré por ejemplo, que si el café que soléis utilizar es más bien fuerte como en mi caso, os pedirá alguna cucharadita más de azúcar. Os animo a que lo preparéis, lo probéis y veáis qué le falta o que le sobra a vuestro gusto para futuras elaboraciones.
En casa lo preparamos el miércoles pasado para celebrar el santo del Gran Jefe (¡felicidades de nuevo papá!) y aprovechando que aún queda un trocito en la nevera, me voy corriendo a por él antes de que sea demasiado tarde.
¡Qué paséis un buen fin de semana!
Sobre todo los del Norte. 4 días seguidos de sol… ¿será verdad? ;)
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