Guadalest es uno de los lugares a los que vuelvo una y otra vez. Declarado conjunto Histórico-Artístico y miembro de la asociación Los pueblos más bonitos de España, está dominado por los restos del Castillo de San José, conquistado a los musulmanes por Jaime I y fortificado durante el reinado de Pedro IV.
Entramos a Guadalest a través de un túnel excavado en la roca y el encargado de darnos la bienvenida es el campanario exento de la iglesia parroquial. Al lado, los restos de una antigua fortificación conocida como la Alcozaiba, construida por antiguos pobladores para defensa de la villa.
Subimos la escalinata que nos lleva hasta la calle principal para descubrir un pueblo precioso de casas blancas, en su mayoría de una sola planta. El barrio antiguo es eminentemente turístico, lleno de comercios y cafeterías. Una de las cosas que más me gustan son las tiendas de productos de la zona, en las que siempre compro mermelada de níspero y chocolate artesano.
Atravesando la plaza del Ayuntamiento por uno de sus laterales llegamos al mirador desde el que observar el Pantano de Guadalest, que impresiona por su paisaje y sobre todo, por su color. Os aseguro que en directo, el color es exactamente el que veis en las fotos.
Y no quiero dejar de enseñaros mi tienda favorita, Evana Decoración. La fachada llama la atención y su interior no tiene desperdicio. Siempre paso un buen rato curioseando entre sus espejos, sus cerámicas y sus cuadros, y si pudiera metería media tienda en la maleta.
Si tenéis oportunidad, no dejéis de visitar Guadalest porque merece mucho la pena. Estoy segura de que no os defraudará.
¡Que disfrutéis del fin de semana! :)
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